Fermented garlic honey: miel de ajos fermentados
Hacer este fermento es súper sencillo, esfuerzo 0 - recompensa 10, te lo juro. Apenas hay que hacer nada y en unos días tienes un alimento riquísimo, fuera de lo común, con muchos matices, un fermentado guapísimo que potencia mogollón el sistema inmune.
Es una elaboración sencilla, original del chef Brad Leone, que nos permite dar variedad y alegría a nuestros platos, y además sirve para conservar los ajos durante mucho tiempo, que es una de las infinitas cosas guays de la fermentación.
Allons-y!
Tiempo de elaboración: 10 minutos de hacer cosas + 1 semana de espera
Ingredientes
- 1 cabeza de ajos
- 300-350 ml de miel cruda, natural, sin pasteurizar
- 1 bote de cristal con su tapa (da igual que sea hermético o no)
Antes de empezar
No te preocupes por el botulismo, por favor. Al fermentar, en la gran mayoría de los casos no hay que preocuparse ni por el botulismo, ni por la salmonelosis, ni por la listeria, ni por este tipo de infecciones alimentarias. Lo normal es que la propia acidez del fermento impida el crecimiento de bacterias nocivas en esas condiciones, aunque siempre puedes medir el pH de tu fermento para asegurarte, además de observarlo, olerlo y probarlo. La contaminación siempre deja pistas muy claras, se percibe fácilmente.
El botulismo es una toxiinfección causada por la bacteria anaeróbica (es decir, que crece en ausencia de oxígeno) Clostridium botulinum, un microorganismo muy potente pero también muy exigente con sus condiciones de proliferación. Nunca va a crecer bien en miel, pues es demasiado ácida y seca. Este microorganismo necesita entornos alcalinos, poco ácidos, con un pH por encima de 4,5, y por esto mismo nunca va a estar presente en los alimentos fermentados. La presencia de esta bacteria se suele relacionar con los fermentos por pura desinformación, ya que se asocia a las conservas y a la anaerobicidad, sin tener en cuenta la acidez. Es un tema con mucha chicha, pero nos vamos a quedar aquí. (Si os interesa que desarrolle alguna cuestión de este tipo, me lo podéis pedir a través de instagram.)
Por cierto, siempre es altamente recomendable lavar muy bien con agua y jabón los botes en los que se vaya a fermentar. Por lo general no hace falta esterilizarlos, las bacterias fermentativas crean un entorno seguro, pero si es un bote que anteriormente contenía otro alimento, si ha podido contaminarse alguna vez... mejor prevenir que curar, esterilízalo en agua hirviendo durante unos minutos.
Receta
- Coge una cabeza de ajos, saca todos los dientes, pélalos y aplástalos un poco, que se queden algo abiertos. Esto libera la alicina, el compuesto oxigenado de azufre que da al ajo su olor, lo que va a permitir que la miel se impregne de todo su sabor.
- Ponlos en un bote de cristal con unos 300-350 ml de miel. Remueve bien para mezclar y procura que todo el ajo quede sumergido en miel.
- Cierra el bote y déjalo 3 días a temperatura ambiente, lejos de la luz solar directa.
- Tras este tiempo abre la tapa para liberar el gas y remueve bien el bote. Déjalo fermentar al menos 7 días más a temperatura ambiente, agitando un poco el bote cada pocos días para asegurarnos de que el ajo sigue del todo sumergido. Después de este tiempo, guárdalo en la nevera para usarlo cuando quieras. Puedes tenerlo hasta un mes a temperatura ambiente antes de consumirlo.
Ya tienes tu miel con todo el sabor a ajo y tus ajos fermentados y suavitos. Verás que puedes comerte un ajo, dos, tres, y los que quieras, porque han perdido todo ese sabor fuerte que los caracteriza, ahora son como caramelos.
Los ajos puedes usarlos para hacer un alioli o en cualquier preparación en la que usarías ajo, ¡a experimentar!
La miel tiene un sinfín de usos también: en una vinagreta, encima de una pizza de pepperoni o de una tostada de sobrasada y queso, para acompañar una tabla de quesos, en marinados, salsas...
delisssssia!!!
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